Cuando no puedo distinguir si estoy con los ojos abiertos o cerrados, y el mundo es jaspeado como un abrigo de cheviot, y una hilera de hormigas incoloras me recorre la espalda desde la rabadilla hasta la nuca, y todo se amortigua, siento cómo tus manos me agarran los tobillos, cómo tiran de mí, cómo me dejo arrastrar suavemente a los pies de la cama, cómo quiero llegar al final del trayecto y cómo ese trayecto es infinito.
[Amalia Bautista] |
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